EL PRIMERO DE LOS PASOS

2014-07-05 17.58.08

Hay mucha historia detrás de todo esto. Una vida plagada de sobresaltos, de baches, idas y venidas. Una estampida de lecciones y el esfuerzo de perseguir lo imperseguible cuando todos te creían vencido. La suerte no existe, sino la buena suerte, la que es fruto del esfuerzo de cada día, la que procede de llantos a escondidas y sonrisas en la galería.

Eso es la vida, la corta vida que hay detrás de todas estas palabras. Nada ha sido fácil, aunque siempre haya pensado que lo más complicado que encontré fue lidiar contra mí mismo en los momentos más difíciles. Pero la vida no te regala nada. Un día estás en lo más alto y al siguiente desciendes cuan pájaro abatido. Así son los latidos, los segundos y las bocanadas de silbidos que imitan la canción de una jornada que empieza al amanecer y termina al apagarse la mirada.

Yo nunca descanso. A veces lo pienso. No sé si es bueno o malo ser un incansable que persigue algo que quizás no existe, que se evapora al alcanzarse. Y qué son los sueños. Y qué sería de nuestras andanzas si nos detuviéramos a cada paso. Cuánto dejamos de vivir si apagamos nuestro gesto de ensueño, nuestra risa y nuestro pensamiento de logro incesante. Allá vamos. Esto es vivir.

Caigo rendido una noche más. Otro día más en que lo único que pienso es que los únicos responsables de nuestros aciertos y errores somos nosotros mismos. Cuál es el camino si no es el corazón. Cuál es la guía si no el sentimiento. Cuál es cuál y quién soy yo si me defraudo tan sólo un instante.

Qué sería de mi vida si dejara de perseguir lo que anhelo. Si dejara al azar el rumbo hacia la felicidad. Me perdería, sin duda. Será por eso, quizás, por lo que cada día salgo a correr, o monto en bicicleta, o pataleo dando brazadas en la piscina. El deporte siempre me acompañó y nunca dejó de enseñarme cosas. No sólo me sirvió para fortalecerme físicamente. Me hizo ser la persona que soy hoy, con mis defectos y mis virtudes. Pero también me decepcionó y me sorprendió en días contiguos o alternos.

Desde siempre medí con lupa las horas de bar y las conversaciones banales con gente sin ejemplo. Deseché cada minuto desaprovechado y me concentré en trabajar cada punto que formaba un trozo de mi ser. No para ser mejor para nadie, sino para ser mejor para mí mismo con el fin de poder ser mejor para los demás. Trabajé los tres primeros hábitos (The seven habits of highly effective people) con constancia y tesón. Fui honesto con todo y con todos. Sufrí mucho al perder grandes amistades que se quedaron en el camino. No fue fácil, pero llegué a la meta. No a la meta del Maratón de Frankfurt, sino a la meta de hoy, diez años después del Primer Hábito en los que puedo echar la vista atrás y verme con el gesto de sufrimiento en los días más desfavorables.

Ahora que puedo evaluar lo que era y lo que soy, después de mucho tiempo navegando, he tomado una decisión muy importante. Una decisión que no será cosa de un instante, de un día, ni de un año, ni de dos. Llevará tiempo y tendrá su inicio. Será duro el camino. Mucho más que todo lo de atrás. No fue fácil llegar hasta aquí. He traspasado muchos muros en los que he puesto al límite mi cuerpo, mi mente y mi corazón. He contradicho a la lógica y me he enamorado del destino. De ese sentimiento que se tiene cada mañana al despertar. He pensado con la cabeza alta y he cruzado barreras que temía atravesar. Ahora estoy aquí y no voy a detener mi paso. Son las circunstancias que he elegido. La razón por la que navego y el fuego que arde dentro de mí. Es la humildad del silencio y la soledad de mis versos. El eterno poeta que ha vuelto para escribir el libro invisible. El libro de mi vida por mí y para los demás. Porque ahora que he llegado a este punto estoy dispuesto a ayudar a quien lo necesita. Porque ahora que lo he vivido, he comprendido que la vida más feliz no es la que un montante más alto genera sino la que se compone de momentos en los que la sonrisa nunca se evapora. Porque al fin y al cabo, lo importantes son nuestros sueños. El tuyo y el mío. Los dos y el infinito. Y este es el justo momento en el que me levanto para alzar el vuelo. Ahora que entiendo la idiosincrasia de este mundo que detesto, creo que somos las personas las que debemos proteger el rumbo alegre. Alejarnos de la desgracia de estar triste cuando no hay motivo. Olvidarnos de evitar el camino largo. Ahora que no debemos aguardar para no avanzar, es nuestro momento, que comienza con el primero de los pasos. Sonríe al cerrar los ojos y despierta del mismo modo. Será la única manera de llegar a donde hemos soñado.

Francis Campos Jareño.

Brenes, Sevilla, 16 de septiembre de 2015.

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