«Sueña con correr. La victoria más importante no está en el tiempo, sino en el intento».
Jesús Chinchi – BC Team Marathoner 2h52′
Es duro esto de correr maratones, me digo.
Hasta pienso demasiado en las palabras que me dirigen cierta tarde en cierto lugar de Barcelona: “¿Y con esas piernas vas a correr maratones?”. En ese instante agacho la cabeza y recuerdo los duros momentos que he vivido en los últimos meses. No es fácil ni esta recomendado terminar una maratón y ponerse a preparar otra. Es un desafío que tiene sus consecuencias, y más allá de lo que opina nuestra poderosa mente que estalla de júbilo al cruzar la meta, el cuerpo tiene unas reglas y unos pasos que no se pueden saltar.
Pasan los días y es difícil entrenar sin encontrar algún pero. Lejos quedan ya la Behobia y Lanzarote, las piernas volando por sí solas, ese empuje justificado por El Maratón, que te pone tan fuerte. De pronto estamos en enero y al pasar los Reyes Magos por la puerta de mi casa me percato de que faltan 3 meses para el Maratón de París. Qué estoy haciendo aquí, me repito consecutivamente como un disco rallado.
Avanza el mes y no llego a perder la forma. Pero la verdad es que estoy cogido con pinzas. Entra febrero y añadido al gemelo avisa el talón: 10 días parado. ¿Qué hago? Me pregunto. Entonces me subo a la bici y voy a nadar cada día. Finalmente, al aliviarse el dolor corro lentamente sobre el césped del Besòs. Subo de peso y pierdo las pocas buenas sensaciones que me quedaban. Regreso a los entrenamientos y me siento perdido. Me falta todo, pero lo peor de todo es que he perdido la ilusión.
Marcho a trabajar cabizbajo, y salgo de la oficina cargando con desgana con la mochila. Al menos tienes que intentarlo, ¿no, o te vas a rendir ahora? Me dice algo dentro de mí. ¿Y tú eres el de Reto Frankfurt? Me repito a cada instante. Siento frío, ese frío húmedo que te abraza inevitablemente a la hora en que las personas normales están cenando. Corro hacia el mar pasando siempre por el Puerto de Badalona, como si allí me esperara un barco que viene a rescatarme.
Aprieto los dientes en cada zancada y sufro como nunca cada kilómetro que recorro. Jamás he padecido tanto físicamente como ahora. Llego a casa sin fuerzas para nada. Las dificultades con algunas personas a las que aprecias tiran al traste las esperanzas de sentirse empujado por un ambiente positivo. Es el ciclo de la vida, que a veces también toca fondo, y estar a mil kilómetros de casa tampoco ayuda. Qué voy a hacer si paro de correr, me pregunto. Si este es mi medio, si esta es la forma que tengo de expresarme, de meditar, de demostrarme a mí mismo que tengo un objetivo que se llama 42 kilómetros y 195 metros en una de las ciudades más bonitas del mundo.
Pasan más días y de pronto anochece. Hasta parece que entra la Primavera. Sonrío y dejo atrás la Mitja de Barcelona. Comprendo que la vida otorga grandes beneficios a las personas constantes y perseverantes. Si de ilusiones se vive, la vida acaba encontrándolas por doquier. Y llega un momento en que los sueños son pequeñas metas alcanzables que dejan a un lado a los miedos y a todos aquellos que te traen las lágrimas que sueltan en cada despertar.
Hoy me veo en París. No mido los tiempos. Al correr sólo me preocupo de encontrar mis mejores sensaciones. Escucho a mi corazón y saco todo lo malo que en los momentos de debilidad trata de atraparme. Hoy es el día en que vuelvo a sentirme Maratoniano. Vengo a medir mis fuerzas contra mi peor enemigo: yo mismo cuando otorgo valor a las cosas que no puedo controlar. Es tiempo de vivir y de soñar, y yo estas dos cosas las fusiono en el mismo instante en que empiezo a correr…
Bienvenidos a mi Segundo Sueño: Schneider Electric Marathon de Paris 2014 – 6 avril 2014.
Francis Campos Jareño
Barcelona, 28 de marzo de 2014