“Nada puede resistirse a la voluntad humana capaz de poner en juego la propia existencia con tal de perseguir su propósito…”
Benjamín Disraelí

No fue el mejor comienzo. Ni siquiera la luz del día consiguió darme alas, ni las alas consiguieron levantarme cuando quise alzar el vuelo. Pero caminé. Caminé hacia delante con aquel comentario en mi cabeza de que aquel sería mi año, el año en el que batiría todas mis marcas deportivas y personales. Me atraparon las frases de mi tío Juan Antonio, los consejos de mi padre y de mi madre, y las largas conversaciones en la distancia con mi hermano y mi cuñada.
Salí a entrenar muchas veces sin ganas, con la sonrisa fuera y las lágrimas de rabia contenida por dentro. Con sueño por llevar meses sin dormir. Con estrés por esa angustia que me estaba matando. La batalla de aquel tiempo me abducía, pero también me enseñaba a seguir siendo yo. El simple yo humilde y contenido. Volví a por mis retos y pasiones, y caí una y otra vez tras ilusionarme con la vida y con el mundo. El yo de uno mismo contra todos ellos y mis miedos, y el recuerdo de por qué estaba allí todavía, y a pesar de todo.
Entonces recordé la imagen de aquel corredor que quedó antepenúltimo en el campeonato de Andalucía Universitario de Campo a Través en el año 2006, y la imagen de aquel otro que bailaba una y otra vez contra el último puesto corriendo el milqui a tres minutos por kilómetro. Esa era mi verdadera seña de identidad, mi historia y el porqué de todo. La razón de por qué diez años después aún estaba allí, con mis valores y principios por encima de todo. Y de todos.

Hoy puedo decir que creo enormemente en el poder de la mente, y aunque soy consciente de mis limitaciones, nunca he consentido que nadie me diga lo que puedo o no puedo hacer. Yo creo en el individuo, y creo en los equipos. Creo en la amistad, en la amistad que cabe en la palma de una mano. En la individualidad de haber tenido entrenadores punteros y haber aprendido de todos ellos. En la de ser entrenador nacional y estudioso para poder ayudar a los demás. Creo en ser uno mismo por encima de cualquier circunstancia o condicionante, en la independencia de decidir lo que quiero o no quiero hacer. Y amar el deporte desde pequeño puede hacerte un lobo solitario que se mueve con el único interés de alcanzar la máxima libertad que existe. La libertad de elegir. Y la libertad de sonreír.
En esas comencé a caminar junto al deporte de resistencia, el que tanto me apasiona y tanto sufrimiento me provoca al mismo tiempo. Acaricié esa enorme sensación de querer más y más. Ese sentimiento increíble de alcanzar ese bienestar tan grande que sólo se consigue al llegar exhausto a la meta después de haberte vaciado por completo. A lo mejor no sé qué es lo más duro del deporte, pero sí sé lo que es entrenar duro después de hacer medias de más de 50 horas de trabajo a la semana, volar más de 60 veces cada año, conducir más de 60.000 km, estudiar una carrera y afrontar diversos proyectos que se han acabado convirtiendo en sueños cumplidos.
Nunca me he considerado un gran deportista, pero sí una persona incansable con todo lo que hace en la vida. Comprometido y constante. Un principiante que alguna vez ha dado algo de guerra, pero que siempre ha mantenido su sitio como deportista amateur. Me ha dado tiempo a vivir grandes experiencias deportivas junto a gente maravillosa con un nivel deportivo increíble. Personas con un palmarés tan grande como su prudencia y sencillez, valores inexistentes en otros grandiosos mequetrefes que también he llegado a conocer a lo largo de mi periplo deportivo.
Mi gran reto en 2016 consistió en crear junto a mi amigo Jesús Gómez Herrera el equipo de atletismo adaptado Mínima Dream. El proyecto comenzó con el sueño de Jesús por conseguir la marca mínima para el Campeonato de España de Atletismo Adaptado, un objetivo que llevaba en su mente ocho años y que finalmente se consiguió en la concentración nacional de la Once en Segovia en el mes de mayo. El broche de oro de la temporada fue ocupar la segunda posición en dicho Campetonato de España celebrado en Alcorcón en las pruebas de 400 y 800 ml. El proyecto fue sonado en los distintos medios de comunicación que nos apoyaron contando nuestra historia (ABC, Diario de Sevilla, Canal Sur, Betis TV, Radio Betis, Historias de Luz…) y actualmente cuenta con un Presupuesto de varios miles de Euros destinado al apoyo del deporte adaptado con patrocinadores como el GRUPO SIFU, ACEITES DEL SUR COOSUR-FUNDACIÓN JUAN RAMÓN GUILLÉN, FUNDACIÓN RANDSTAD y El Club Atletismo San Pablo.


El triatlón, mi gran pasión actualmente y el deporte en el que centro todo mi aprendizaje deportivo, me produjo grandes satisfacciones la temporada pasada, con mejores marcas personales en Duatlón Sprint (1h02’54’’), Triatlón Sprint (1h13’27’’), Triatlón Olímpico (2h26’31’’) y Duatlón Olímpico sin drafting (2h25’40’’), ocupando la 8º posición Senior en este último. Y lo más que más me gustó sin duda fue la experiencia vivida a finales de Octubre en el INEF de Madrid, donde pude realizar junto a grandes profesionales de este país el curso pionero de Entrenador Nacional de Triatlón especialista en Larga Distancia.



En atletismo, el origen de todos los retos que he podido afrontar en deportes de resistencia, y habiendo corrido más de 7.500 km en las últimas temporadas, pude revalidar mis humildes marcas en 10 km (38’46’’), 15 km (59’16’’) y media maratón (1h25’28’’), pero sobre todo me quedo con la medalla de chocolate obtenida en el Trail de Las Arenas de Nueva Umbría (15kms), la marca de las X Milhas do Guadiana (18,2 km) y la mejor carrera que he corrido nunca, la Behobia San Sebastián 2016 (20 km – 1h19’03’’).



Después se cruzó por mi vida un rayo de luz en forma de corazón. Mi campeona Laura Jordán. La persona a la que nunca hubiera esperado apareció de la nada para abrazar mi vida. El motivo de la motivación más hermosa que existe. La compañera del mejor equipo que he formado nunca. Y el deseo que nunca hubiese esperado que llegara a cumplirse llegó para quedarse y lo supe el primer día que hablé con ella. Esa sensación única en la vida, reflejo de los sueños que se fusionan en el único hecho que empieza a acontecer deslumbrando a todo lo demás. Juntos caminamos por nuestros distintos retos, aunando otros nuevos hasta confluir en la nueva senda que estamos conformando. Caminamos de la mano desde entonces y al mirarnos adivinamos que aún tenemos todo por delante para sonreír, atraparnos el uno al otro y alcanzar ese algo increíble que ni siquiera hemos imaginado.

No sé cuál es la manera en la que afronto el futuro, porque una de las cosas más hermosas y a la vez difíciles del deporte es que nunca llegamos a controlar del todo todas las circunstancias que rodean a nuestras posibilidades de entrenar y competir. En este sentido, y muy a mi pesar, he decidido abandonar por motivos personales el reto de correr el que sería mi cuarto Maratón el próximo 19 de febrero en mi ciudad, Sevilla. Ya no sólo por una cuestión de prioridades vitales y de preferencias en la práctica deportiva.
Después de mucho meditar durante dos años y medios, he decidido atajar un pequeño bache que encontré en el camino, y que en todo este tiempo me ha forjado como persona, habiéndome ayudado a que mi identidad esté compuesta por un ser que todo lo que hace en la vida, lo hace con la mano puesta en el corazón. Viene un tiempo distinto, quizás con muchas horas de ausencia y nostalgia, pero así es el deporte de resistencia. Nunca nos regala nada. Lo mejor de todo es que al final siempre soñamos con encontrar la calma después de la tempestad. Con ese sueño empezó el sueño de Mínima Dream, y esa es la principal enseña de todas las veces que firmo con #Ihaveadream. Se trata de encontrar la clave de todo lo que encontraré AL OTRO LADO DE LA META mañana cuando vuelva a despertar de nuevo.
Francis Campos Jareño
Brenes, Sevilla 1 de febrero de 2017