
Es una de las personas más singulares y valiosas que conozco. Él está leyendo ahora estas líneas y seguramente su sonrisa está tornando a brillar. Como en esos días donde la ilusión llenó nuestras vidas de magia cuando el mundo se derrumbaba delante nuestra.
Hace ahora casi un año que nuestras vidas se cruzaron como parte de estas bonitas casualidades en la que el destino te depara experiencias maravillosas. Y sin esperarlo, lo que fue comenzar a correr juntos acabó convirtiéndose en un modo de vida. Un camino en el que correr era un punto más de todas las cosas que llegamos a vivir juntos.
Se caía el mundo y lo levantamos con el abrazo de dos personas que luchan en silencio. Él es más que un amigo, como un hermano. Es mi confidente, la persona que a uno y mil kilómetros conoce cada recodo de mi corazón. Gracias a él he aprendido a valorar la consecución de metas que no imaginábamos. Pero sobre todo el éxito que supone avanzar a escondidas mientras el mundo se convierte en un chat de experiencias superficiales.
Nuestras palabras las grabamos a fuego en nuestras almas. Siempre está al otro lado. Pase lo que pase, aunque descienda mi mirada en lares desconocidos que nadie entiende, él apacigua la furia de mi ser cuando se tambalea. Se merece todo y más, por eso le tiendo esta mano con la que abrazo su corazón infinito. Ahí estaré como estuviste tú gratuitamente cuando más te necesité. Cuando mis piernas se bloquearon por el desaliento del fracaso vital. Cuando me valió su ejemplo como persona que lucha incansablemente contra el mundo. Tranquilo, hermano, esto es sólo el comienzo de algo maravilloso.
Desde que corro con él, el deporte es nuestro reto y no sólo el mío. Mis marcas adolecen de importancia porque ya no las necesito. Ya no quiero más aplausos que verlo sonreír cuando consigue derribar cada una de las barreras que encuentra a su paso. Su éxito es el mío y viceversa. Y la dura tarea de navegar al compás de llevar la contraria a todos la emprenderemos juntos. Como aquel día en que todo empezó porque yo había tocado fondo. Como esos días en que acudes a mí y caminamos sin volver la vista atrás.
Hemos vuelto, y ya no hay marcha atrás. Este año mejor por el trabajo de la anterior temporada, por los entrenos de verano cuando el sol nos abrasaba y por los días en que el sol fue la única luz que nos alumbró.
Mi amigo, mi confidente, mi compañero. Levanta el alma porque nos espera el cielo. La mejor manera de planear mientras alzamos el vuelo. Es hora de olvidar los anhelos. Miremos hacia delante y brillemos como el fuego.
Francis Campos Jareño
13 de octubre de 2016
Muchas gracias por hacernos partícipes de vuestro sueño y estar al lado suya derribando obstáculos .