QUIEN NO ARRIESGA, NI JUEGA, NI BUSCA, NI ENCUENTRA

Quien no apuesta no gana. Quien  no arriesga, ni juega, ni busca, ni encuentra

(Francis Campos)

 
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Estas palabras se las regalo a todas aquellas personas que persiguen un sueño. A los que amanecen con una sonrisa. Y a los que a lo largo del día se esfuerzan por perseguir incansablemente ese Reto a veces imposible.

No pasa nada. Me digo. Otra vez será, refunfuño entre dientes en segundos sonrientes. Entrenar para esto. Esta es la preparación para esa empresa grande que me ronda en la cabeza. Un día más y otro más sin un premio. Sin un por qué. Sin una idea más clara que el porque sí de cada mañana al despertar.

¿Qué hago aquí? Me pregunto.

Y no encuentro una respuesta. Sólo que me siento feliz. Que soy feliz con lo que hago y con la vida que llevo. Y me parece suficiente y necesario. Así que camino otra vez, sin descanso.

Regreso a casa como otras veces en las que te dejas la piel. Para qué tanto rollo y tanta preparación, me sigo preguntando. Para qué la excelencia en todas las facetas de la vida. Para qué combatir una y otra vez las dificultades encontradas. Para qué perseguir hasta el infinito esa cosa perfecta indescifrable, con esa vitalidad incansable e invencible.

Entonces me respondo que quizás porque merece la pena. Estoy seguro y por eso sigo aquí. Quizás porque al final del camino está la recompensa. Allí entre toda esa gente que en ocasiones pronunció tu nombre como el don nadie que mediocremente se lanzaba hacia el vacío. Llegará un día en que el vuelo sea un hecho y caminar la excepción. Llegará un día en que los sueños sean eternos y todos esos momentos de esfuerzo alcancen su cometido.

La lucha no es gratuita. Se paga un alto precio por no pelear, por rendirse, por justificar el fracaso, por no levantarse cada mañana con ganas de arrasar y avanzar infinitamente por la continua senda de la preparación. Esto no es un concurso, pero no es una broma. No llegarán todos a terminar lo que empezó. No será justa la existencia con cada participante. Será extenuante la persecución, pero gratificante la constancia y la tempestad de la perseverancia.

La humildad se abrirá hueco entre las brumas del pesimismo, y reinarán palabras sonreídas con los mismos labios que buscan contagiar al mundo de esa garra que enfurece sin descanso. Merecerá la pena continuar a contracorriente. Merecerá la pena, seguro, la vida personal convertida en los momentos de libertad más extenuantes. Una vida repleta de satisfacciones donde nada ni nadie importará en nuestra búsqueda incesante. Donde libremente escogeremos la manera de sonreírnos a nosotros mismos y a los demás. Donde algún día, después de esfuerzos y más esfuerzos, después de lágrimas y satisfacciones, después de desánimos y momentos de motivación, hallaremos el Éxito donde otros pasaron de largo por no arriesgar sus momentos en la zona de confort…

Francis Campos, Brenes 1 de julio de 2015